Julia Roberts, el centro de todos los focos y de todas las miradas.
Toda la atención del día ha sido acaparada por la actriz americana Julia Roberts «la novia de América», el Premio Donostia de este año ha recaído en su persona y lo ha podido recibir en el marco del Kursaal de manos de su último compañero de rodaje, el español universal «Don» Javier Bardem.
Los prolegómenos de la ceremonia han tenido como protagonistas a los cientos de fieles fans de la actriz que la esperaban en el paseillo por la alfombra negra, al igual forma que con su llegada el día anterior, la cual aglutinó a muchos de esos mismos fieles seguidores en esa casi imposible búsqueda de un autógrafo o de una foto. Esto también es cine.
Durante la rueda de prensa, por cierto multitudinaria, la actriz ha estado acompañada por su fiel apoyo en la ciudad, Javier Bardem, el actor Richard Jenkins, y el director Ryan Murphy, y en ella no se han permitido pregunta alguna sobre su vida personal, algo por otra parte esperado, por lo que ha sido difícil encontrar mucha miga para contaros: que la han adulado todos, y que se han producido un par de anécdotas de lo más triviales, «cuidado» le ha avisado Julia a una periodista que quería camuflar su pregunta para preguntar a Javier Bardem por su vida personal, «igual te atacan los de seguridad» ante un periodista que le quería hacer entrega de una chapela, o un «no te afeites nunca, estás muy guapo» que le llegó a Bardem desde la platea.
Pero entre medias de los flash, con las salas nos hemos topado, y reconfortado estoy con el día vivido, sobre todo en cuanto a Zabaltegui se refiere:
Dentro de la sección Perlas de otros festivales había un día señalado en mi calendario de citas, el argentino Pablo Trapero y su nuevo trabajo CARANCHO, con Ricardo Darín y Martina Gusman (mujer del Director) en los papeles principales.
Lo esperado, una película firme en su apuesta, entretenida, excelentemente interpretada, que mantiene el interés, y con una temática no muy conocida por estos lugares.
En Argentina mueren más de ocho mil personas cada año en accidentes de tráfico. Hay más de ciento veinte mil heridos anuales. Solo en la década pasada hubo cien mil muertes. Los millones de pesos que cada víctima representa en cuanto a gastos médicos y legales generan un enorme mercado, apoyado por las compañías de seguros y la debilidad de la ley. Con cada tragedia, la industria se pone en marcha.
Sosa es un abogado especializado en accidentes de tráfico y está a punto de recuperar su licencia. Se mueve por las salas de urgencias de los hospitales públicos y por las funerarias de los suburbios de Buenos Aires a la caza y captura de posibles clientes. Actualmente trabaja para una fundación que supuestamente ayuda a las víctimas, pero en realidad se trata de la tapadera de un bufete dedicado a actividades sospechosas. Sosa consigue el cliente, los testigos, las pruebas, llega a tratos con la policía, los jueces y las compañías de seguros.
Luján es una joven doctora recién llegada de provincias que se gana la vida con varios trabajos: en ambulancias, ambulatorios y urgencias. Está sola; el pluriempleo apenas le deja tiempo para dormir, e intenta hacerse un hueco en una ciudad desconocida.
La historia de amor empieza la noche en que Luján y Sosa se conocen en la calle. Ella intenta salvarle la vida a un hombre; él intenta conseguir un cliente. A partir de entonces, sus caminos se cruzan constantemente, y juntos intentarán cambiar el rumbo de sus vidas. Pero el turbulento pasado de Sosa reaparecerá de forma inesperada.
Aplaudida al final del pase, Carancho es un ejemplo más de ese buen cine argentino que está llegando a nuestras manos, un thriller que mezcla el romance con el drama, al igual que juguetea con la denuncia social y la crítica del sistema, un trabajo que se sustenta en el buen hacer de sus actores principales, pero que se mantiene siempre alto por esa decisión de mantener la cámara cercana al primer plano de la historia, a la misma altura de los ojos de quienes la protagonizan.
Con algún que otro momento duro (nada, alguna que otra jeringuilla y alguna que otra escena hospitalaria), nada que pueda herir sensibilidades, bueno sí, ahora recuerdo un momento difícil de digerir por su crudeza, pero con cerrar los ojos 2 segundos se arregla.
A Darín le queda como un guante este tipo de personajes, la viva imagen del perdedor, de aquel que suspira porque su suerte cambie algún día, de quien sabe que las ilusiones siempre serán rotas, de quienes no se rinden.
A Martina Gusman la llevo siguiendo de hace algún tiempo (por favor recuperen «Leonera» y disfruten de su trabajo), y desde ya la tengo en mi intransferible y personal «Olimpo de diosas», me encanta, todo encaja cuando ella aparece.
Para quien no dude ante el anuncio de que es una peli argentina y que en ella está Ricardo Darín.
Para mentes dispuestas a descubrir las entrañas corruptas de una gran ciudad, podría ser cualquiera.
Para quien no se arriesga y desea entrar a la sala por una apuesta segura.
Puntuación Dcine: 8
Igualmente estaba apuntada BAI/HONEY (Miel) flamante ganadora del pasado Festival de Berlin, dirigida por el turco Semih Kaplanoglu y protagonizada por un especial niño de 6 años llamado Yusuf en la ficción, y tercera parte de una trilogía junto a Yumurta/Egg (Huevo) y Süt/Milk (Leche).
Apuesta segura para cualquier festival que se precie, típica película para «marcianos o enfermos del cine», como quieran llamarnos, un «rollo infumable» que se desarrolla en un precioso bosque montañoso y que juega la baza siempre difícil de mantener el interés a base de no contarnos nada (aunque en el fondo nos esté contando mucho).
Un misterioso retrato infantil, como han llegado a describirla.
Me explico, aunque estoy algo espeso, Yusuf es un niño retraído (hasta el punto de parecer algo retrasadillo), al que la vida escolar no le va muy bien que digamos, y que lleva una vida menos interesante de lo que desearía. Su padre es un apicultor que pasa gran parte del tiempo recorriendo los montes en busca de paneles de miel para recolectar. Yusuf ama la vida que su padre lleva, su padre disfruta enseñándole sus secretos, pero Yusuf debe primero aprender a leer y después buscará su camino, y es en este punto en donde surge el conflicto, Yusuf se siente a gusto con la vida en la montaña pero es desgraciado en la escuela, en un mundo fracasa y en el otro es ya un licenciado.
¿Cuál es el problema?, pues el de casi siempre, que para describir lo anterior no veo necesario que empiece la película, pasen 15 minutos de reloj, y sólo hayamos asistido a dos escenas (incluido un largo caminar desde el fondo de la pantalla del padre y su mula), que para que comprendamos el sentir del niño protagonista no creo necesario que veamos media docena de veces como el niño va y viene del colegio, o que para interiorizar el porqué de esa pasión del niño y el trabajo de su padre tengamos que ver en directo como se limpia un fumigador de humo o como se tensa una cuerda.
Lo dicho, cine que te hace pensar y te hace reflexionar cuando abandonas la sala e incluso el día siguiente, pero en el fondo, cine que no se lo recomendaría al 99 % de mis amigos, no sea que busquen el bosque de la película y me dejen allí.
Para los que gustan del típico cine festivalero.
Para amantes de la poesía, es este caso poesía visual.
Puntuación Dcine: 6,5
Y finalmente os hablo de la última perla del día.
El nuevo trabajo del croata Danis Tanovic, ganador de un Oscar a la mejor película extranjera por «En tierra de nadie», se titula CIRKUS COLUMBIA.
Parto de la premisa de que me gusta este tipo de cine y este director en concreto, por ello puede ser que peque de un punto de imparcialidad, pero sólo un pelín.
Bosnia y Herzegovina, 1991. Los comunistas han perdido el poder y Divko Buntic vuelve al pueblo en el que creció a reclamar su casa familiar. Después de 20 años de exilio en Alemania, Divko aparece en su ostentoso Mercedes con su jovencita novia sexy, Azra, el gato negro de la suerte, Bonny, y los bolsillos llenos de marcos alemanes. Divko utiliza su dinero y conexiones para desahuciar a la fuerza a su esposa Lucija, de la que está separado, pero hace lo posible por reencontrarse con su hijo Martin, de 20 años. Cuando desaparece Bonny, el gato al que Divko adora, todo el pueblo se vuelca en su búsqueda para embolsarse la recompensa. La caza diaria del gato perdido mina la frágil relación de Divko con Azra y da pie a una atracción inesperada pero intensa entre Azra y Martin. Ocupados como están con sus preocupaciones cotidianas, la mayoría de los del pueblo parece hacer caso omiso del rumor de disturbios políticos: Croacia se ha independizado, todos los yugoslavos se ven forzados a posicionarse y los serbios empiezan a bombardear Dubrovnik.
Inauguró el Festival de Sarajevo, fue seleccionada en Venecia, y se pudo ver en Toronto, está claro que su director tiene seguidores por todo el planeta.
Nueva oportunidad de acercarse al germen de una de las guerras más sangrientas ocurridas en la Europa comunitaria, la Guerra de los Balcanes, y en este caso que nos ocupa, a través de una tragicomedia de corte costumbrista agradable y deliciosa.
Me ha gustado especialmente porque hay un elenco de actores locales muy bien configurado, con química en pantalla y entre ellos, por la acertada elección del enclave rural en donde la historia de desarrolla, por ese ritmo, en donde nada decae, en donde todo discurre sin que perdamos el interés por conocer cual será el final elegido para sus protagonistas.
Es un drama pero no hay grandes tragedias, es una revisión histórica pero no se posiciona en ninguno de los dos lados, hay humor pero es tan sutil que no molesta, hay romanticismo pero no se enreda la trama, tan sólo fluye libremente entre la historia.
Una película pequeña de corazón pero grande de espíritu.
Para espectadores deseosos de que les cuenten historias basadas en hechos históricos, pero no las embadurnen con más dolor del justo y necesario.
Para gente dispuesta a sentirse identificada por personas, costumbres, o lugares que le son afines aunque estén a kilómetros de distancia.
Para no sufrir en un cine, aunque te hablen de guerras y conflictos.
Puntuación Dcine: 8
Firmado por: «Reverendo» Harry Powell
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