Seca, ruda, fría, áspera, amarga, turbia, compleja, así es EN EL VALE DE ELAH, la nueva obra del escarizado Paul Haggis, una película basada en un goteo constante de preguntas y respuestas por parte de un padre que necesita saber cosas sobre su hijo que le ayuden a comprender el porqué de su repentina desaparición tras su regreso de la guerra de Iraq.
Para ayudar a ese padre (Tommy Lee Jones) en la búsqueda de esas respuestas aparece el personaje interpretado por Charlize Theron, una policía concienzuda y que ve en el caso la posibilidad de salir de un ambiente de rechazo por parte de unos compañeros que la menosprecian y minusvaloran por causas que no entraré a valorar ahora.
La película es brutal, es un pedacito más de ese cine al que directores como Paul Haggis o Clint Eastwood se suman para regalarnos año sí y año también, con un cine sombrío, calculador y con mensaje, para ser degustado de sorbo en sorbo, y sobretodo, con un excelente gusto por el ritmo pausado, que no lento, que te atrapa, y que te conduce hacia situaciones finales siempre bien resueltas.
Es precisamente el final, que no desvelaré, lo que da sentido al porqué de este tipo de realización, con cualquier otro director habría que haber esperado un sinfín de fuegos artificiales que hubieran dado rienda suelta a los sentimientos frustrados de un padre desesperado, pues aquí no, aquí preparaos para degustar un final que estremece por su sentido común, su realismo, y su afiliación fiel hacia un personaje con un carácter muy particular y que lo lleva hasta las últimas consecuencias.
Tommy Lee Jones, “please”, nominación al Oscar, Charlize Theron, muy sobria, con signos de que este sea el papel que termine por introducirla en el grupo de las grandes actrices del panorama norteamericano, y Susan Sarandon (en un pequeño papel), pues como siempre, asustando por lo fácil que lo hace y por dar siempre a sus actuaciones, por pequeñas que sean, todo lo que lleva dentro.
“Lo que más temen los padres de un soldado es una llamada de teléfono comunicándoles que su hijo ha desaparecido. Sin embargo, lo que Hank Deerfield nunca había imaginado era recibir esta llamada cuando su hijo, Mike, estaba de permiso en los Estados Unidos tras prestar servicio en Bagdad. Hank es un orgulloso veterano de guerra que cree en el deber de los ciudadanos de prestar servicio a la patria, y que nunca se ha arrepentido de que su hijo siguiera sus mismos pasos. Lo único que pedía es que Mike diera todo lo que pudiera y que regresara a casa sano y salvo. En vez de esperar sentado junto al teléfono, Hank decide coger las riendas del asunto y trasladarse a Fort Rudd para investigar qué es lo que ha pasado con su hijo”.
La guerra de Iraq desde el lado de los que regresan a casa con experiencias que les marcarán para siempre, desde el lado de los que esperan pacientemente que sus seres querido vuelvan, desde el lado de quienes no terminan de comprender que aquellos que regresan necesitan ayuda, que ya no son los mismos, desde el lado de las personas que están sufriendo desde dentro de sus casas la pérdida física y emocional de sus seres queridos.
Un pedazo drama, de corte clásico, con planos que asustan por su sencillez, con un guión tejido a las mil maravillas, con actuaciones rayando lo sublime, con un ritmo que te empuja a degustarlo en pequeños sorbos, con un aire a CINE CON MAYÚSCULAS.
No os la perdáis, para fans del cine imperecedero.
PUNTUACIÓN: 4,5 (de 0 a 5)
Firmado por: “Reverendo” Harry Powell
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